Hablar de comunicación humana, implica pensar en los medios, formas y alternativas que los seres humanos encontramos para dar a conocer pensamientos, saberes, sentimientos, dudas, inquietudes, opiniones... Para ello, es importante diferenciar las habilidades con las que los seres humanos nacemos para comunicarnos (escucha y oralidad) son innatas; y aquellas que se adquieren por estar inmersos en una cultura (lectura y escritura) de símbolos, señales, códigos, significantes que es necesario reconocer y aprehender, darles sentido por estar insertos en una sociedad que exige contacto con otros. Estos elementos permiten estar en interacción con el mundo, nos posibilita expresarnos de múltiples maneras y estar interrelacionados con los otros y el medio.
En este sentido, “la comunicación dentro del ámbito humano aparece como un instrumento necesario para el establecimiento de relaciones del hombre en el medio en que vive.
Conforme aprendemos a nombrar lo que nos rodea, nos convertimos en receptores y emisores de un proceso comunicativo rico y complejo. Al nacer somos receptores de un sin fin de ruidos y sensaciones cuyos significados nos son desconocidos al principio a la par de nuestro crecimiento los vamos codificando y decodificando. Es entonces, que nos volvemos receptores. Demandamos el por qué de todos los estímulos que nos rodean y damos respuesta a ellos. A partir del desarrollo de esta habilidad la comunicación tanto oral como escrita se convierte en el vehículo por el cual expresamos nuestros sentimientos y nuestros pensamientos”.
El proceso de comunicación humana no sólo se reduce a una interdependencia física o a respuestas entre la fuente y el receptor, sino que también implica un conjunto de predicciones, por ambas partes con respecto a la forma en que el otro habrá de responder al mensaje. Todo comunicador tiene un imagen de su receptor, prevé posibles respuestas e intenta predecirlas antes de que ocurran. Los receptores por su parte seleccionan los mensajes de acuerdo a la imagen que se han formado de la fuente y a sus expectativas en relación al tipo de mensajes que este emitirá.
Es importante en el proceso comunicativo, la intencionalidad y los participantes, de manera que haya una interpretación adecuada al mensaje que quiere transmitirse a nuestros interlocutores, ya sea desde lo oral, lo gestual, lo gráfico o lo escrito. En este sentido retomo a David Berlo quien expresa: “El objetivo fundamental de la comunicación es convertir al hombre en un agente efectivo que le permita alterar la relación original que existe entre su organismo y su medio circundante. El hombre se comunica entonces, para influir y afectar intencionalmente a los demás”.
El propósito de toda comunicación es producir una propuesta específica en los demás, es necesario que la persona que se comunique utilice el mensaje apropiado para expresar dicho propósito. Si conoce bien su propósito será capaz de lograr una comunicación eficiente y efectiva, de no conocerlo pueden generarse fracasos en la comunicación en dos motivos:
1. Hábito rutinario de comunicarse
2. Interpretación errónea de la respuesta
En la comunicación humana, por el hecho de ser con otros se generan interpretaciones, posturas y acciones de acuerdo al mensaje emitido, por ello, toda conducta en una situación de interacción tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicación, se deduce que por mucho que uno lo intente no puede dejar de comunicar, actividad o inactividad, palabras o silencio tienen siempre valor de mensaje, influyen sobre los demás quienes a su vez no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y por ende, también comunica.
En cualquier proceso comunicativo, es importante saber que no solo letras, imágenes, palabras nos dan un mensaje que hay que interpretar, los humanos poseemos un sistema de signos, símbolos y señales que se dan a través del cuerpo en su generalidad, las manos, el rostro, las posiciones corporales en general dan cuenta de elementos comunicativos que se quieren transmitir con las personas que cotidianamente compartimos y nos cruzamos en los diferentes escenarios y roles que ocupamos, estos elementos comunicativos son llamados gestos, elementos significativos de comunicación que permiten interactuar y emitir mensajes, llamados por Vigotsky “escritura en el aire”. De alguna manera me atrevo a afirmar que la gestualidad nos permite expresar desde el silencio y la corporeidad aquello que sentimos y pensamos en determinados momentos y situaciones: alegría, placer, tristeza, dolor, angustia, disgusto, enfado y miles de expresiones que indican estados emocionales o sentimentales que nos ocupan en este infinito mundo de los posibles mensajes comunicantes a los demás; y de este modo, se convierten en una herramienta de comunicación humana.
“El ser humano siempre resulta incomprensible y quizá ello sea así,
porque más que para comprenderlo, es para contemplarlo como el más grande prodigio estético.
Cuando más nos esforzamos por descifrar racionalmente los misterios
que nos llegan a través de la visión del otro,
más lejos estamos de su esencia. Por el contrario, cuanto más nos despojamos del esfuerzo racional y nos situamos como espectadores sensibles del milagro de la existencia, algo nos toca del otro en unas fibras
que de pronto desencadenan los más indescriptibles
sentimientos. la compasión, la admiración, el amor, la ternura, el deseo, la alegría o la soledad pueden llegar a intensidades insospechadas
si sabemos contemplar un rostro o un cuerpo en movimiento, si podemos escuchar verdaderamente una historia o el poema de una vida.
... Y como siempre ocurre con las cosas bellas,
ellas no pueden existir verdaderamente
hasta que no hallan a alguien capaz de descubrirlas,
de embrujarse con su existencia,
de hacerlas tan propias
que su verdad se torna múltiple en manos de cada contemplación particular.
Alguien capaz de descubrirme logrará hacer brotar de mi
un ser que yo mismo no conozco:
quien me descubre me inventa nuevamente y a partir de mi cuerpo, de mis signos externos, hará que en mi alma se dibuje un nuevo ser fabricado a dúo,
de tal modo que sólo ante ese otro puedo hallar
el espejo apropiado para verme”.
Francisco Cajiao